El linóleo es un material blando y de densidad muy uniforme,
que permite ser tallado en todas direcciones por lo que se pueden conseguir
detalles muy finos.
Con unas gubias se hacen surcos sobre la plancha de linóleo,
estos quedarán en blanco sobre el papel
en el momento en que se hará la impresión.
Cuando el dibujo se haya tallado, se aplica tinta por encima,
se pone el papel y con la ayuda de un tórculo (aunque podría ser cualquier tipo
de material que ejerciera presión sobre el papel) se plasma. Es un
procedimiento que permite hacer las copias que se deseen hasta que el resultado
sea el esperado.
Esta técnica ya la había hecho hace unos años y por ello he decidió
escogerla. Me ha gustado aunque es un tanto peligrosa, puesto que tenía que
hacer excesiva fuerza y en ocasiones la gubia se me escapaba llegando incluso a
clavármela en el dedo.